El día 11 de diciembre, aunque de forma discreta, en la mayoria de los periódicos nacionales y autonómicos se incluía una noticia, salvo error u omisión, con el siguiente titular: “UNICEF asegura que la igualdad de género mejoraría la calidad de vida de los niños”
UNICEF ha publicado un estudio titulado Estado Mundial de la Infancia 2007 en el que se asegura que si las mujeres influyeran igual que los hombres en las decisiones, habría 13,4 millones de niños malnutridos menos en el sur de Africa.
El informe publicado asegura que la igualdad de género y la paridad en la toma de decisiones entre hombres y mujeres en los ámbitos familiar, laboral y político es “esencial” para un mayor y mejor bienestar y desarrollo de los niños de todo el mundo. De hecho, la eliminación de la discriminación por razones de género no sólo se constituye en un derecho moral, sino que parece crucial para el progreso humano y para el desarrollo sostenible, ya que produce “un doble dividendo”, tanto para las mujeres como para los niños. Ann Veneman, directora ejecutiva de UNICEF afirma que “La igualdad de los géneros y el bienestar de la infancia están relacionados intrínsecamente. Cuando las mujeres tienen el poder de liderar sus vidas plenamente y de forma productiva, los niños y sus familias prosperan”.
Ann Veneman también recomienda en su informe algunos pasos concretos que deben darse por parte de los gobiernos y de la sociedad civil en general para poder conseguir la igualdad de género en los ámbitos de la salud, la educación, la política, el trabajo, la familia, el hogar, etc. Según las estadísticas, en América Latina y el Caribe una de cada 160 mujeres corre el riesgo de morir en el parto, lo cual contrasta con las estadísticas de los países iindustrializados (una de cada 4.000).
En el Africa subsahariana, el riesgo de muerte por parto para las mujeres es de una de cada quince y, además, sólo la mitad de las mujeres tienen una auténtica participación en las decisiones familiares, y son sus marido los que deciden sobre cuestiones que tienen que ver con la salud y la economía del hogar.
El informe de UNICEF afirma que si las mujeres tuvieran el mismo nivel de influencia que sus maridos en las decisiones familiares habría 13,4 millones de niños malnutridos menos en el sur de Asia y 1,7 millones menos en el Africa subsahariana. Además, también se pone de manifiesto que una educación igualitaria es crucial para el desarrollo de los niños y niñas. De hecho, los niños y niñas de madres que no han sido escolarizadas tienen el doble de probabilidades de no acabar la educación primaria y, en los paises en vías de desarrollo, sólo una de cada cinco niñas consigue acabar la primaria y el 43% consigue ingresar en la secundaria. Por otra parte, también se reconoce que las condiciones laborales de las mujeres, que representan el 40% de la población activa mundial, tienen implicaciones importantes en el bienestar de los niños y niñas.
Ya que en algunos paises, como Argentina, Rusia y Ruanda, por ejemmplo, han sido las mujeres parlamentarias las que han impulsado políticas para favorecer mejoras sustanciales en la salud y en la educación, UNICEF recomienda un establecimiento de cuotas para la participación de las mujeres en la política.
¡Vaya, pero si en las iglesias no tenemos políticas de cuotas! ¿No será que la decadencia, la falta de progreso y de relevancia de las iglesia cristianas se debe, en parte, a la negativa sistemática a educar, fomentar y practicar la igualdad y la paridad? Tal vez deberíamos pensarlo.
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